
LA DISCIPLINA NO ES UN DON, ES UN ENTRENAMIENTO MENTAL
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¿Por qué hay personas que mantienen una disciplina inquebrantable y otras que abandonan al primer intento?
No es cuestión de magia.
Tampoco de motivación.
Es ciencia.
Según el Dr. Andrew Overman, la disciplina habita en una zona del cerebro llamada corteza cingulada anterior medial. Esta se activa justo cuando hacemos algo que incomoda:
Cuando te levantas sin ganas.
Cuando entrenas, aunque duela.
Cuando sales a las 5 am mientras otros siguen durmiendo.
Ahí empieza el verdadero entrenamiento.
Porque la disciplina, como un músculo, se fortalece con el uso constante.
Las personas que admiramos por su constancia no nacieron con una ventaja especial. Lo que han hecho es repetir lo difícil una y otra vez, hasta convertirlo en un hábito mental.
¿La consecuencia?
Desarrollan una tolerancia superior al dolor físico y emocional. Por eso en el mundo del alto rendimiento, la presión no los quiebra… los moldea.
Cada vez que eliges el camino fácil, te haces más frágil.
Cada vez que eliges el difícil, te haces más fuerte.
La próxima vez que tengas dos opciones, pregúntate:
¿Estoy entrenando mi comodidad o mi carácter?
La disciplina no se negocia. Se construye.